martes, 28 de marzo de 2017

Mi sueño se llamaba Granada

Cuando tenía dieciocho años soñaba con dejar mi ciudad natal e irme a estudiar a Granada. En ese momento no pudo ser, no sólo porque la economía familiar no lo permitiera, sino también porque no me atrevía a dar el paso. Era una niña con grandes metas e ilusiones, pero también con demasiados miedos e inseguridades.
Ayer mismo volví a Granada después de pasar unos días en mi mar. Mientras el autobús lleno de estudiantes somnolientos se acercaba a la estación, miraba a lo lejos las montañas nevadas de la sierra, el verdor que rodeaba el paisaje, tan alejado de la desértica explanada que se extiende a lo largo y ancho de mi tierra. Ahora estoy aquí, comparto piso con dos chicas y me matriculé en un máster que me sirvió como excusa para cumplir una de mis grandes metas de adolescente. Han pasado ya algunos años desde que me propuse venir, y lo que entonces parecía tan impensable hoy es una realidad. Una realidad que puede que llegue a su fin dentro de unos meses o que se prolongue un poco más en el tiempo, quién sabe. Pero qué más da, hoy estoy aquí, con las montañas nevadas a lo lejos, con el frío del carajo que me aprieta las carnes desde bien temprano, con las chaladuras compartidas con mis compañeras de piso, con el olor a incienso y especias de las calles circundantes a la catedral, con ese aire entre contemporáneo y arabesco que envuelve la ciudad. Y, de momento, prefiero no pensar en nada más.

Si esta locura que me ha dado ahora por escribir se mantiene dentro de un tiempo, ya iré dejando constancia en cada escrito de que soy una firme defensora de vivir el presente. Tengo mis nostalgias, me dan mini pellizcos en el corazón al recordar algunos momentos pasados y reconozco que conforme voy cumpliendo años me muero de miedo al pensar en lo que pueda ocurrir en el futuro, pero defiendo firmemente vivir el presente, porque es la única certeza absoluta que tengo. Y mi presente se llama Granada, Cartuja, tardes de estudio y noches de fiesta y resaca, viajes en bus, días entre el mar y la montaña, entre los más de veinte grados de mi cabo y la rasca que me impide desprenderme del plumón ya entrada la primavera. Mi presente se divide entre amigos que me reciben al pasar algunos días en mi mar,  y varios otros que incipientemente comienzan a serlo. Muchos de ellos, la mayoría, se irán. Acabará el máster, cada uno tomará un rumbo diferente y se acabará todo ésto. Con el tiempo, borraré sus números de la agenda de contactos y puede que algún aislado like en Facebook sea lo único que nos mantenga mínimamente conectados. Y qué más da. Los recordaré y sonreiré al hacerlo, estoy segura.
Ahora estoy aquí, ahora vivo mi aventura granadina. Lo conseguí. Se acabará, lo sé. Quizás tenga que volver, quizás me toque renunciar a mucho de lo que ya he logrado. Pero ahora mismo no importa; sólo sé que estoy aquí, que he conseguido lo que de adolescente me parecía tan lejano, que me he demostrado a mí misma que puedo renunciar a lo que no me conviene y luchar por lo que verdaderamente deseo, y eso es lo único que me importa. 

Granada me está curando el corazón, me está dando energías renovadas. Y es la plena constatación de que los sueños, las metas, con paciencia y esfuerzo se cumplen. Nada más importa; yo me quedo con los atardeceres desde Cartuja y la vida que poco a poco estoy construyendo en este lugar. Y más adelante... Ya veremos.





4 comentarios:

  1. Preciosa, Mar. Defines perfectamente tanto Granada "con el olor a incienso y especias de las calles circundantes a la catedral, con ese aire entre contemporáneo y arabesco que envuelve la ciudad", como lo que es estudiar fuera de casa, y todas las sensaciones y experiencias que conlleva.

    Me ha encantado, me he sentido identificado y hasta me he puesto nostálgica. No dejes de escribir!! Un beso! :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias amigo, sabes que me alegra mucho que me leas y tenerte por aquí :) Como buen almeriense y amante de Granada creo que me habrás entendido a la perfección... Y es que hay lugares que son realmente mágicos.

      Gracias por tus palabras, un beso enorme.

      Eliminar
  2. Granada es taaaan bonita... casi cualquiera hemos soñado con pasar un tiempo allí. Disfruta de la experiencia, si puedes y crees que debes, alárgala un poco más. Si crees que ha tocado su fin, vete con una sonrisa.
    Un beso enorme!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mientras tanto, intentaré exprimir la experiencia todo lo que pueda. Ya sabes que te esperamos siempre que quieras, puedas y necesites escaparte.

      Un beso enorme.

      :)

      Eliminar